En los últimos términos este concepto ha ido ganando popularidad, y cada vez se escuchaba más debido a la problemática que señala, y a la polémica que esto causa. El techo de cristal hace referencia a una barrera invisible que impide a las mujeres optar por los puestos de responsabilidad de una empresa.
Esta expresión se remonta a 1978, momento en el que la consultora Marilyn Loden argumentó que las mujeres no ascendían dentro del mundo laboral debido a la cultura que obstruye sus aspiraciones y que no fomentaba una igualdad de oportunidades y condiciones. En el año 1986 el periódico The Wall Street Journal publicó el término por primera vez.
Las causas del techo de cristal son variadas. Entre ellas cabe destacar la reducción del tiempo para comprometerse con la empresa debido a las altas cargas familiares, la posibilidad de embarazo, el cuidado de hijos que impide promocionar. Además, también se han de tener en cuenta los prejuicios que todavía existen respecto a la valía de las mujeres para ejercer roles de liderazgo.
La consecuencia más palpable es que las mujeres tienden a tener menos poder adquisitivo, algo que viene desencadenado por la brecha salarial. Además de no poder acceder a puestos de liderazgo, también suelen cobrar menos por realizar el mismo trabajo.
Por otro lado, debido alas cargar familiares y a la imposibilidad de conciliación laboral, las mujeres tienden a ver reducida su jornada de trabajo, conformándose con los ingresos derivados de contratos a tiempo parcial.
Todo esto, además, al final se ve reflejado en la cuantía de las pensiones. En la vejez, al final, la cuantía de la jubilación y las pensiones de los hombres suele ser mayor.